La conciencia, es un apartado o campo perteneciente a la moral fundamental, que vendría a ser una norma próxima , subjetiva e intrínseca, en contraposición a la ley, que se presenta como remota, objetiva y extrínseca. Podemos hablar de conciencia general, y de conciencia especial.

 La conciencia, sería, “ el juicio del entendimiento práctico , acerca de la moralidad del acto que vamos a realizar , o hemos realizado ya, según los principios morales (Royo Marin:1957)

 En la Gaudium et Spes, se nos explica que en lo más profundo de su conciencia, el hombre descubre una ley que él no se da así mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena , cuando es necesario , en los oidos de su corazón, llamándole siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal...

El hombre tiene una ley inscrita por Dios en su corazón.. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella. Aquí se hacen patentes las huellas de la herencia hebrea , que hace referencia, a sentir desde las entrañas, corazón en este caso.(1)

 También encontramos en la Gaudium et Spes, una clara definición de conciencia, que viene a recoger todas las aportaciones expuestas en el artículo tratado.

 “Un juicio de la razón por el que la persona humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer , está haciendo o ha hecho. (2) En todo lo que dice y hace, el hombre ésta obligado a seguir fielmente lo que sabe que es justo y recto. Mediante el dictamen de su conciencia el hombre percibe y reconoce las prescripciones de la ley divina.

La conciencia, es una ley de nuestro espíritu, pero que va más allá de él, nos da órdenes , significa responsabilidad y deber, temor y esperanza... La conciencia es la mensajera del que, tanto en el mundo de la naturaleza como en el de la gracia , a través de un velo, nos habla, nos instruye y nos gobierna.La conciencia es el primero de todos los vicarios de Cristo (Newmanm carta al duque de Nolfolk 5).”

Ciertamente, comparando la definición de Royo Marin, con la GS, nos encontramos con bastantes similitudes. En ambas, se habla de un acto “práctico”, (3) al que se le dota de un marco temporal, ampliado en la  segunda al tiempo presente.

De la GS se puede deducir que la conciencia supone verdaderos los principios morales de la fe y la razón natural y los aplica a un caso particular. La conciencia no juzga los principios antes citados, sino solamente si el acto que se realiza se ajusta o no a aquellos principios. De donde se sigue que la conciencia no es autónoma. (4)     

Por otra parte, la conciencia es el punto de referencia de muchos otros temas cruciales para la moral: pecado y conversión, estructura de la respuesta moral, enfoque deontológico o teleológico. Es lo que explica la centralidad que le otorga Veritatis Splendor, al estudio de la conciencia, en su relación con la verdad, con la ley moral, con la libertad , con la opción fundamental del acto moral.

Creo que se hace preciso que cada uno se presta mucho atención a si mismo para oir y seguir la voz de su conciencia. Nos hallamos, inmersos en un mundo que no propicia precisamente la interioridad. No tenemos tiempo ni para meditar sobre nuestros actos, ni para reflexionar o examinarnos internamente , a no ser que un agente externo a nosotros mismos nos lleve a ello, como una desgracia familiar, u otra experiencia de carácter trascendental. La introspección se hace excepcional , porqué tenemos que estar pendientes y dar respuestas a multitud de estímulos de diferente índole , que prácticamente no nos damos tiempo para ello.

Ha esto hay que añadir , la poca importancia que se le da actualmente a la formación o educación de la conciencia, tanto en el seno familiar como desde otras instituciones.

De hecho, y parafraseando a monseñor Rouco Varela, no creo que nos encontramos ante la quiebra de la conciencia personal , frecuentemente inducida y alimentada por corrientes sociales de opinión y de vida colectiva partidarias de una concepción puramente materialista y hedonista del hombre.

En último término, lo que está sucediendo es una crisis de la conciencia moral en las personas y en la sociedad. 

La educación de la conciencia , es insustituible  para el ser humano, porque nos vemos continuamente bombardeados y sometidos a influencias negativas que nos hacen errar y nos hacen caer en pecado, uno de los más graves, la soberbia de creer que nuestros juicios son los únicos válidos , ignorando  o rechazando por el motivo que fuere los de aquellos (5) que pueden y deben enseñarnos, que la conciencia moral nos ayuda a esclarecer nuestros juicios morales. (6)

La educación de la conciencia es una tarea de toda la vida. Desde los primeros años despierta al niño (7) al conocimiento, y la práctica de la ley interior reconocida por la conciencia moral. Una educación  prudente, enseña la virtud; preserva o sana el miedo, del egoísmo y del orgullo, de los insanos sentimientos de culpabilidad y de los movimientos de complacencia, nacidos de la debilidad y de las faltas humanas. La educación de la conciencia garantiza la libertad y engendra la paz de corazón. (8)

Creo que el primero y más eficaz medio para adquirir una buena conciencia es adquirir una buena educación desde edades tempranas. Se ha de enseñar al niño qué está bien, y qué está mal, en sus diferentes grados, evitando las amenazas y las frases intimidatorias, que no hacen sino deformar la conciencia. 

Pienso que se ha de enseñar al niño a ser capaz de “oir” su propia conciencia, el eco de la voz de Dios. Es preciso que aprendan a practicar el bien y a evitar el mal, por autoconvencimiento y no por la esperanza de un refuerzo o un premio, o el miedo a un castigo , y que ante cualquier duda, acuda a sus padres o a su confesor, y si esto no es posible , que se inclinen siempre a lo que crean que es más justo , según su conciencia.

Disponemos así mismo de medios sobrenaturales para hacer frente a problemas de la conciencia, como la oración, que nos ilumina en la recta apreciación de nuestros deberes tanto con el prójimo como con nosotros mismos y con Dios, y la confesión , que nos lleva a practicar un examen previo para descubrir nuestras faltas. 

Así mismo, las intervenciones del educador deben ser tales, que tengan siempre como consecuencia despertar en el niño el sentido de la responsa­bilidad y la conciencia personal. Deberá llegar un día en que la influencia del educador sea sus­tituida por el sentimiento del deber. La ley moral, que en principio es exterior al niño e impues­ta por la voluntad del educador, debe conver­tirse en interior. Y no necesitar otras sanciones que las de su conciencia.

Nunca se valorará adecuadamente la importancia del diálogo del hombre consigo mismo. Pero en realidad éste es el diálogo del hombre con Dios, se puede decir que la conciencia da testimonio de la rectitud o maldad del hombre al hombre mismo, pero a su vez y antes aún, es testimonio de Dios mismo, cuya voz y cuyo juicio penetran en la intimidad del hombre hasta las raíces de su alma, invitándole a la obediencia: la conciencia moral no encierra al hombre en una soledad infranqueable e impenetrable, sino que la abre a la llamada , a la voz de Dios. En esto, y no en otra cosa, reside todo el misterio y dignidad de la conciencia moral: el ser el sagrario íntimo en donde Dios habla al hombre.

 

 

1.-En el lenguaje bíblico, la palabra corazón, designa lo profundo del ser humano, fuente y origen de los más intensos sentimientos de la vida afectiva, y en especial del amor. El corazón del hombre, es la fuente misma de su personalidad consciente, inteligente y libre, el lugar de sus elecciones decisivas , el de la ley no escrita y de la acción misteriosa de Dios. Es como el lugar de encuentro del hombre con Dios.

 2.-Señalamos aquí el aspecto proyectivo de la moral, que tiene en cuenta , no solo aquellos actos que se están realizando, sino los que ya se realizaron o están por acometerse.

 3.-La conciencia en efecto, no es una potencia, o un hábito, ( como la ciencia) sino un acto producido por el entendimiento a través del hábito de la prudencia adquirida o infusa.

 4.-Kant llegará a decir, que la libertad de conciencia proclamada por los racionalistas es verdadera y el supremo e independiente árbitro del bien y del mal.

 5.-Alocución de monseñor Antonio Mª Rouco Varela: “ recuperar la conciencia moral ante las actuaciones de violencia y malos tratos”, Madrid, 19 de abril 2001. 

6.-La Iglesia, se pone sólo y siempre al servicio de la conciencia, ayudándola a no ser zarandeada aquí y allá por cualquier viento según el engaños de los hombre (cf. Ef 4-14), a no desviarse de la verdad sobre el bien del hombre, sino a alcanzar con seguridad, especialmente en las cuestiones más difíciles , la verdad y a mantenerse en ella. Por eso decía el Papa, en el discurso que dirigió a los participantes del II congreso internacional de teología moral, que “el magisterio de la iglesia ha sido instituido por Cristo, para iluminar la conciencia” y que por eso “ apelar a esta conciencia precisamente para constatar la verdad de cuanto enseña el magisterio, comporta el rechazo de la concepción católica del Magisterio y de la conciencia moral.

7.-La declaración Dignitatis humanae del Vaticano II, proyecta esta inviolabilidad de la propia conciencia a la libertad religiosa de modo que “en materia religiosa, ni se obligue a nadie a actuar contra la conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella... Declara, además , que el derecho a la libertad religiosa está realmente fundado en la dignidad misma de la persona humana, tal como se reconoce por la palabra de Dios revelada y por la misma razón ( DH,2) Es claro que el concilio no entiende este actual de la propia conciencia desvinculado de la verdad, desde el momento que ella no se impone “nisi vi ipsius veritatis, quae suaviter ac fortiter mentibus illabitur”

8.-Sea cual sea el influjo familiar y social, en la génesis de esta concepción íntima, lo cierto es que , cuando siendo aún niños , ya somos capaces de actos deliberados, al mismo tiempo dominamos y nos hemos apropiado de ciertos parámetros básicos de juicio comportamental .Así estos parámetros se muestran muy afines –si no connaturales – con la actuación personal temprana.  

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